¿Lo subo o no lo subo? me pregunté segundos antes de pasar el tope, y lo pasé, esto frente al Hotel Peñasco del Sol. Acompañada de mis hijas, estrenábamos sin saber los abultados “reductores” de velocidad cuando nos dirigíamos a dar una vuelta para romper la rutina del viernes, sin tener que ir hasta el malecón.
¡Madre Santa! Vociferé (realmente también pronuncié otras palabras pero no las puedo escribir aquí) después de sentir como se reacomodaron todos los huesos de la columna vertebral, volteé a ver que las hijas estuvieran sanas y salvas y ellas reían divertidas de la gran hazaña recién vivida.
Unos metros más adelante algo empezó a hacer ruido, justo bajo la llanta delantera derecha, entonces me paré frente a Max´s Café para revisar y ahí estaba el empaque, salpicadera o artefacto cuyo nombre no sé exactamente, rosando con la llanta, se había caído después de pasar el gran tope.
Me dispuse a reparar el problema y en cuclillas de mecánico amarré un pequeño alambre que ya estaba desamarrado, señal de que esa cobertura ya se había caído alguna vez, y entonces mi culpabilidad de pegarle en la torre a un carro ajeno se aminoró un poquito.
Ya de regreso, por los mismos topes, (porque no hay forma de regresarse por otra calle), pasamos más lentos por el reductor y me detuve a ver si todo funcionaba bien con el carro y aproveché para ver de cerca el tamaño de no uno, sino dos topes, que seguramente están muy por encima de la media permitida dentro de los proyectos de desarrollo urbano, aunque en este caso sea una calle dentro de un área de propiedad privada.
Sin duda, esos topes cumplen con sus funciones por que los vehículos, hasta el de doble tracción pasan a vuelta de rueda, solo el que no alcanzó a visualizarlos de lejos corre el peligro de un descalabro.
Otros de estos reductores se encuentran tendidos en algunas calles como la Simón Morua, frente a la escuela Primero de Junio, y frente al kinder Nuevos Caminos en la avenida López Mateos, estos sí un poco más extendidos y necesarios tomando en cuenta que por ahí cruzan cientos de niños, y uno más, el “tope involuntario” que se forma cuando termina una carpeta de asfalto y empieza otra en boulevard Juárez y la avenida que termina en la Calle Coahuila o Derecho de Vía.
Y como lo más probable es que ese tipo de reductores, construidos con diferentes medidas, se quedarán así , le recomendamos tomas las debidas precauciones0, como por ejemplo pasar despacito y de ladito para no golpear la suspensión, empaques y esas piezas que se dañan gracias a las protuberancias y huecos de la calle, así como no llevar su taza de café en la mano u otros líquidos para evitar derramarlos en sus ropas, y si lleva niños que se mantengan sentados para evitar un “tope chivito” llamado así (para los que no saben) a un pequeño golpecito en la frente que se le da a un niño en forma de juego.