Honestamente yo no me declaro una persona con la virtud de cocinar, se me quema hasta el agua del café… y el pan para sandwiches. Es por eso que me quedé de una sola pieza cuando invitaron a la clase de cocina. “Oh cielos” Pensé “En la que me acabo de meter, por decir que me encantan los chiles en Nogada”.
Entonces el sábado por la mañana me presenté con miedo en mi corazón. Hace tan solo unos años una tía mia casi me arranca la cabeza de una mordida al no creer que yo no supiera que era un “cernidor” (palabra que jamás removeré de mi vocabulario). Sin embargo, al pasar por la puerta del restaurante y ver al mismo chef recibiendo y platicando con sus alumnos de lo más tranquilo, respiré aliviada.
Yo armada con mi cámara y los demás asistentes con libretas, plumas y lápices (incluso con una palm). Mickey nos invitó a la parte más intima de su restaurant; la cocina, y dio por comenzada la clase.
Primero, como introducción, un poco de historia del chile en Nogada. Fue creado en Puebla por monjas clarisas del convento de Santa Mónica para Agustín de Iturbide cuando volvía de firmar la independencia de México.y por eso lleva los colores de la bandera (verde del chile, blanco de la salsa de nuez, y rojo de la granada). Y después, mientras preparaba la carne nos contó la historia de la tenacidad de su Souschef, por estar con él en la contienda de Iron Chef en febrero de este año (la cual, por cierto, ganó).
Poco a poco le fui perdiendo el miedo a la cocina, conforme las palabras amenas del chef nos llevaban por el rumbo de la preparación. Uno a uno fue nombrando los ingredientes y nos lo mostraba para que así no hubiera duda alguna de lo que se trataba. Zanahorias, chiles, nueces, cremas. condimentos.. Una a una iban desfilando frente a nuestros ojos alegremente para formar parte del guiso.
Es curioso, como al ir anotando los ingredientes todo suena tremendamente complicado, sin embargo, el Chef fue muy paciente explicando paso por paso e intercalando algunos tips de alta cocina, contestaba todas y cada una de las preguntas, e incluso él hacía luego preguntas para ver si todo estaba muy claro. Y al transcurrir la clase, el “nudo” que creía al principio, simplemente se ve deshebrando cual vil queso Oaxaca.
Después de la larga espera y de tentar nos el apetito durante poco menos de una hora, todos probamos el ya tan nombrado chile… Hubo un silencio en lo que dábamos el primer bocado… luego siguieron sonidos de admiración y aprobación (el típico “mmmhmmm, delicioso”). No hubo un solo paladar que se quejara.
Justamente ahora creo que es la cosa más sencilla hacer un chile en nogada. La clase está tan bien llevada y explicada que incluso siento que podría hacerlos sin siquiera mirar la receta… No quiere decir que sea verdad, solo que tengo ya esa confianza.
¿Próxima semana? Alguna sorpresa con camarones.