Upon first reading the Visitors Center at the Pinacate was going to be open [for the recent Perseid meteor shower], I immediately made a mental note. Imagine a spot in the heart of the Pinacate and Desert of Altar Biosphere Reserve with no lights nearby and everything shut off; only you, the mountains, the sky and animals that reside there… [English excerpts below]
Lluvia de estrellas en el Schuk Toak
Por MoKa Hammeken
Desde chica siempre quise ver una lluvia de estrellas, y recuerdo que siempre que se anunciaban este tipo de eventos astronómicos yo ya estaba lista con mi sillita (o el tapete ochentero de los “aerobics” de mi mamá) y los binoculares que le hacía perdedizos a mi papá; mi bote de leche, agua (conforme fui creciendo cervezas o similares) y los amigos que quisieran unirse, pero la suerte nunca estuvo de mi lado; siempre ocurría algo: llovía (la más común), estaba nublado, había mucha luz en los alrededores, se nos caía la casa de campaña, nos correteaban vacas, una manada de perros ultra inteligentes asaltaban el campamento (en la ausencia de los presentes) y andábamos buscando hieleras y bolsas desperdigadas por todos lados, alguien contaba historias de miedo o cocinaba mal… ya se habrán hecho una idea del resto.
Pero después de tantos años de mala suerte por fin pude ver el hermoso espectáculo.
Desde que leí que el Centro de Visitantes en el Pinacate iba a estar abierto, me anoté mentalmente de inmediato. Imaginen un lugar en el corazón de la Reserva del Pinacate y Gran Desierto de Altar, donde no hay luces cerca, todo apagado; solo ustedes, las montañas, el cielo y los animales que ahí habitan. Las probabilidades de que hubiera luz, lluvia o nubes era casi nula.
La lluvia de estrellas que anunciaban, era de las Perseidas, por muchas personas considerada como la mejor lluvia del año, con un número de meteoros que pueden llegar a superar los 50 por hora. Siendo el mejor momento para observarla las noches del 11-12 y 12-13 de agosto.
Entonces armados con sillas, cámaras, tripiés y unas botellas de vino nos dispusimos a ir en búsqueda de la romántica noche. Por fortuna la luna en creciente se asomó y escondió un poco antes de media noche así dejando libre de su lumínica influencia el cielo, haciéndolo se viera atiborrado de estrellas de distintas intensidades.
Me sorprendió gratamente la cantidad de personas que asistieron a la invitación, aunque fuera lunes. Todos acomodados y repartidos, ya sea en la terraza o en el estacionamiento, se escuchaba un clamor agudo de asombro cada que una estrella cruzaba el cielo.
En cuanto bajamos del auto cada quien hizo lo propio; Ariel y Plinio sacaron de inmediato los tripiés y pusieron las cámaras en su lugar para hacer pruebas con la premisa “aunque sea una foto buena tiene que salir”.Sami tomó su silla plegable y su bolsa con “supplies” y se fue a buscar el mejor lugar para aprovechar de lleno la noche y yo, al baño; ya después me uní a la búsqueda del lugar idóneo que terminó siendo junto al carro. Creí ver algunas caras conocidas por ahí, pero estando todo medianamente obscuro, no me sentía segura quien era quien.
Ni había visto bien el cielo por andar con mis necedades de querer tomar fotos con la nueva camarita (que la muy ingrata ni siquiera hizo el intento de tomar nada, mas que unos insulsos puntos que más bien parece que la pantalla de lsd se dañó). Molesta por que nada más no se pudo, me coloqué en mi silla, aventé la cabeza hacia atrás y justo en ese momento que todas las luces estaban apagadas, cualquier pensamiento de odio y/o deseos reciclaje que yo hubiera tenido hacia el pobre aparato turistero, se fugaron y yo me derretí fascinada con el espectáculo estelar que estaba ante mis ojos.
Ningún planetario puede simular la realidad de este cielo desértico. La vía láctea cruzaba el cielo y justo en el centro parecía una telaraña con forma de árbol, salpicada de rocío. Con un angosto camino de estrellas parecía nacer entre dos montañas, justo detrás del edifico del Shuk Toak, y se iba ensanchando y ramificando conforme ibas levantando tu mirada hacia la bóveda celeste. Parecía algo salido de una película de ciencia ficción. Me había robado el aliento, era hermoso. Jamás me hubiera imaginado que mi encuentro con mi primera lluvia de estrellas fuera como si estuviera sentada el centro del universo. No es de extrañar que desde las antiguas civilizaciones la especie humana sienta esa admiración por los astros, al punto de sentirnos pequeños y sostener que su influencia rige nuestra existencia.
Y como si la sola visión del cielo no fuera suficiente, algunas estrellas empezaron a surcar el cielo. Por ahí y por allá, como sorpresas aparecían de pronto con su estela arrancando los suspiros de los presentes.
La noche seguía avanzando y conforme algunos se iban retirando satisfechos, las estrellas fugaces aparecían con más frecuencia (de hecho habían dicho que lo mejor iba a ser en la madrugada, ya después de las dos). Para entonces, reconocimos a algunos amigos con los que hicimos una improvisada reunión, sólo nos faltaba la música. Unos querían música clásica y una amiga lo único que traía en su teléfono era una clásica, pero de antro en spring break… No nos poníamos de acuerdo y el internet era intermitente. Entre las que escuchamos que se nos quedó grabada en la mente hasta el día siguiente, fue la de “Banana, Potato” interpretada por los minions de la película de Mi Villano Favorito, para que se den cuenta de como estaba el mood de la noche.
Las estrellas caían, los fotógrafos jugaban y experimentaban con luz y tiempos de exposición (para la foto de RP 360 se requirieron de varios intentos) mientras los demás nos encargábamos del ambiente en general.
Éramos casi los últimos, no queríamos irnos pero ya se sentía el cansancio. Antes de eso Sami y yo habíamos asistido a la clase de Art & Fitness y nos había tocado Ballet, y Mariana nos había masacrado con el ejercicio; Plinio y Ariel habían dejado algunos pendientes de lado y era hora de regresar a la realidad. Ya nuestros ojos hacían bizcos solos, señal de que era hora de partir.
Cada que una estrella pasaba había unos que decían que era hora de pedir un deseo. La verdad es que yo las veía y veía pasar y no se me ocurría pensar en desear nada. Ahora me siento un poco culpable ¿qué tal si desaproveché una única oportunidad para desear algo importante, digo, cómo la paz mundial o algo parecido?
No hay que engolosinarse, un deseo a la vez.
Spectacular Meteor Shower!
By MH
Ever since I was a young girl, I wanted to see a meteor shower. I remember whenever an announcement came of such an astronomical event I would be ready with my little chair (or my mom’s “80’s” style aerobics mat), my father’s binoculars that he would perpetually lose track of, a bottle of milk or water (and as I grew, beer or something of the sorts), and friends who wanted to get together. Yet, luck was never on my side. Something always happened: rain (usually), clouds, too much light around, a tent collapse, being run out by cows, a pack of ultra-intelligent dogs attacking our camp and all of us busy looking for scattered ice-chests and bags, or there was someone who told scary stories or poor cooking…you get the idea.
However, after so many years of bad luck I was finally able to take in this beautiful display.
Upon first reading the Visitors Center at the Pinacate was going to be open [for the recent meteor shower], I immediately made a mental note. Imagine a spot in the heart of the Pinacate and Desert of Altar Biosphere Reserve with no lights nearby and everything shut off; only you, the mountains, the sky and animals that reside there. The probability of light, rain, or clouds was nearly zip.
The announced meteor shower was that of Perseides, considered by many to be the year’s grandest meteor shower with the number of falling meteors surpassing that of 50 an hour. The best nights to view the shower this year were the 11th to 12th and 12th to 13th of August.
So, armed with chairs, cameras, tri-pods and a couple bottles of wine, we set out in search of a romantic evening. Fortunately, the waxing moon peered over and hid just before midnight, leaving the night sky free of its luminescent influence and seemingly jam-packed with stars of varying intensity.
I was pleasantly surprised with the number of people who responded to the invitation [sent out by the Visitors Center], even on a Monday! Everyone was spread out and accommodated across either the terrace or around the parking lot; an acute clamor of astonishment could be heard each time a star streaked across the sky.
…..
No planetarium can simulate the reality of this desert sky. The Milky Way stretched across the heavens and precisely in its center there appeared a spider web in the form of a tree, splashed with dew. With a narrow trail of stairs coming from between two mountains just behind the Schuk Toak building, it stretched out and expanded as you drew your eyes up toward the celestial dome. It seemed to have come out of a science fiction film. It took my breath away, it was beautiful. I had never imagined my first encounter with a meteor shower would be as if I were seated in the center of the universe. It’s no wonder that since ancient civilizations humans feel this admiration for the stars, to the point of feeling small and believe its influence governs our own existence.
And, as if the view was not enough, stars began to sail across the sky. Here and there, surprises would suddenly appear, and in their wake gasps from all those present.
The night eked on and though a number of satisfied gazers began to leave, streaks of falling meteors became more frequent (in fact it had been said the best viewing period would be in the wee hours, sometime after 2 a.m.).
…
Stars fell while photographers played and experimented with light and time exposures (numerous attempts were required for the RP360 shot), and the rest of us took charge of the overall mood.
Every time a star fell there were some who said it was time to make a wish. Honestly, I would catch a glimpse and watch the meteors go by and didn’t even think about a wish. Now, I feel a bit guilty. What if I lost out on the only opportunity to wish for something important, like say World Peace or the like?
There’s no reason to overdo it, one wish at a time.