By Carlos Sánchez
A los cinco años de edad dibujó en la madera de un ropero al “Santo el enmascarado de plata”.
Hoy ejerce la técnica del grabado, a lo cual denomina el género como la cocina de las artes visuales, “porque allí te permite estar explorando con fórmulas, con químicos, con tiempos, como si fuera una cocina, en el grabado se requiere ser un cocinero intuitivo”.
Ahora, en sus grabados, están los misterios, en uno de ellos la mirada voyerista. Y otras historias desde la sugerencia del cuerpo femenino.
Tres grabados conforman la serie desde la creación del artista plástico Ramón Mora. Y son, según el autor, a partir de “la relación que tiene el artista con su sexualidad, y con la sexualidad de su entorno”.
Eso es lo que él percibe, acota mientras observa los grabados expuestos en la colectiva En contacto, muestra plástica de pintores del sur de Sonora que se encuentra en la Galería Eusebio Francisco Kino de Casa de la Cultura de Sonora.
–¿Y cuál es el camino que has recorrido para llegar a esto?, le inquiero a Ramón Mora, ante su mirada que también me cuenta una historia de serenidad.
–Cada obra tiene una historia que puede ser una vivencia personal, o algo que uno percibe. Esta obra (Ramón señala un grabado que es la región de un cuerpo femenino y cuyo título es No quiero necesitarte), representa un suceso importante en mi vida, tiene que ver con un tipo de relación que en su momento se da, obviamente que hay un proceso en la cuestión técnica que involucra diferentes formas, son tres diferentes formas de presentar por medio del grabado, y dependiendo el tema de la obra fue la elección de la técnica que utilicé.
–¿Cómo llegas al grabado o por qué elegir esta técnica?
–Llegué a hacer grabado, primero por casualidad. El maestro Enrique Espinoza Pinales me invitó a un taller de grabado, lo empecé a practicar. Con el tiempo descubrí que pertenezco a una familia de grabadores del sur de México, de Guadalajara, y era una tradición muy grande de grabado industrial, entonces de alguna manera ligué esas dos áreas, el grabado industrial, el grabado artístico, y ahí fue una especialización que me ha llevado a investigar por cuenta propia.
–¿Qué te ocurrió al descubrir que en tus genes está la herencia del grabado?
–Para ser grabador se requiere ser dibujante, pintor y un poquito más, como tener un sentido de exploración, un poquito de alquimista y a mí se me ha dado perfecto, soy una persona que me gusta explorar. En el grabado, desde hace alrededor de diecisiete años, me he sentido muy a gusto.
–Cuéntame sobre esta obra, Voyerista, los por qué.
–Al final de cuentas, al menos el artista visual, creo que tiene un poquito de voyerista, le gusta observar. Hay un tipo de proyección en la obra, uno empieza a hacer trazos y a ver en conjunto con la técnica, por ejemplo esta técnica que se le llama La manera negra, es la que se adapta al tema que yo quería representar, en este caso una mirada penetrante.
–¿A qué edad empezaste a pintar?
–A los once años. En los cursos de pintura infantil, por iniciativa de dos maestros de una escuela pública, simplemente por la necesidad de implementar talleres de arte y afortunadamente el maestro que yo tuve, Alfredo Acedo, estudiaba artes visuales, cursos de verano, en la Academia de San Carlos; él nos dio los primero talleres de pintura e iniciación a un nivel muy alto, en esa primera etapa aprendí a hacer fotografía, de cuarto oscuro, acuarela, óleo, todas las técnicas de una manera muy profesional.
–En la galería las historias en trazos. Luego vendrán, dice Ramón, otras exploraciones, desde otros motivos.