Se ha hablado mucho en estas fechas del “ambiente carnavalezco”. Nos entusiasma a la mayoría con bailes, música, carros alegóricos y chinelos, por supuesto.
Pero ¿qué son los chinelos? Escuché a una persona expresar dubitativa «Esos no son de aquí, creo». Y tiene toda la razón. Los alegres chinelos, con su música y alegres saltitos que invitan a todos a seguirlos, son de la región sur del país. Del Estado de Morelos para ser exactos.
El alegre chinelo es el símbolo de la identidad morelense. Típico ya de las fiestas populares a gran escala, Surgió en Tlayacapan, aunque es en Tepoztlán donde se hizo más famoso y se le puede encontrar con más facilidad. También está presente en muchos otros pueblos de Morelos, del estado de Puebla, que está ahí cerquita, y conforme la gente se mueve, ha emigrado a varias festividades, como ahora, en Puerto Peñasco.
Según la Casa de la Cultura de Tlayacapan, fue en 1870 cuando un grupo de jóvenes nativos del lugar, cansados de verse excluidos de las fiestas de Carnaval que celebraban las clases adineradas con fiesta (donde obvio no se le permitía el acceso al pueblo en general, pero les exigían el ayuno a todos por igual) , organizaron una cuadrilla, se disfrazaron con ropa vieja, tapándose la cara con un pañuelo (o pedazo de manta) y empezaron a gritar, a chiflar y a brincar por las calles del pueblo, burlándose de los españoles. Esta improvisación tuvo gran éxito, tanto que al año siguiente se organizó de nueva cuenta. Año tras año, a medida que se hacía más popular, la fiesta se ritualizaba y el personaje evolucionaba gradualmente. Para representar a los españoles se les añadieron barbas a las máscaras y apareció el nombre de chinelo.
El traje que se diseñó en Tlayacapan, consta de un vestido largo, de color blanco con franjas azules que bordean tanto la falda como las mangas y el cuello. Completando el atuendo con una caricaturesca máscara de rosadas mejillas y la barba larga y picuda
Aunque el disfraz el disfraz no estaría completo sin el sombrero alto, a manera de cono invertido y truncado. Un remedo del tocado de las señoras, con todo y plumas. En Tepoztlan sin embargo cambiaron la textura de la tela por una brillosa y de colores más impactantes como el azúl rey, el café o el negro, la llenaron con abundantes adornos en lentejuela y chaquira. Le aunaron colgantes e hicieron el sombrero más alto, más saturado y con mayor número de plumas, cambiando los sencillos colores por azul oscuro, café o negro.
Todo esto a raíz de una disputa. Al parecer los de Tlayacapan faltando a una tradición de peregrinación, no quisieron mover a Tepoztlán la figura de la Virgen del Tránsito, pretextando que se había vuelto tan pesada que nadie la podía levantar, y entonces que era la forma de expresar su deseo de permanecer allí. Los tepoztecas se sintieron ofendidos y en represalia adoptaron el traje de Chinelo, advirtiéndoles que le iban a hacer cambios, haciéndolo más vistoso.
Según dicen el vocablo chinelo hay quienes afirman que significa “ay si, el que se cree mucho, el de la piel roja”, aunque hay otra versión nos dice que puede significar también “el que mueve bien los pies y la cadera”.
Ahora bien, en cuanto al baile, llamado “brinco”, tiene como antecedente el rito de “axcatzitzintin”, que es un rito prehispánico cuyo significado es “brincar a gusto”. El “Axcatzitzintin” se bailaba antes de que apareciera el “Brinco del Chinelo” (el grupo de jóvenes y sus burlas) y era celebración en la que se iba de pueblo en pueblo, cosechando granos y flores en el camino, y capturaban mariposas, que empleaban después para adornar sus disfraces; cuando llegaban al pueblo destino, se ponían a bailar dando brincos.
Es tan único y bien aceptado, que el Brinco del Chinelo” ha logrado conservarse casi sin modificaciones desde su aparición alrededor del año de 1870.
Todo se combina, la mofa, el baile de «brincar a gusto»,la fiesta, el ambiente, se perfecciona el paso y resulta algo muy alegre y singular
Si señores, va a haber fiesta en Puerto Peñasco, no será Carnaval “per sé”( por las fechas), pero si una celebración digna de colores, plumas, bailes, carros alegóricos y chinelos, por supuesto.