Inspiring us to write ~ Creative Writing Workshop II with Horacio Valencia
In addition to sharing enthusiasm for the art of film, the Primera Toma Film Club, under the guidance of Nina Mier and Socorro Gonzalez have been fundamental in opening up other avenues of culture in Puerto Peñasco. Among these offerings have been ongoing creative writing workshops, the first led by Carlos Sanchez in late Aug. and the most recent guided by Horacio Valencia at the beginning of Dec., both writers from Hermosillo.
Fellow workshop participant, and Rocky Point 360 writer MoKa Hammeken explains, “If the first workshop (with Carlos) was tremendously emotional and personal (which at times appeared to be group therapy to the point that in addition to paper and pen, it required a box of Kleenex),we learned to let the pen go, let writing flow without letting structure hold us back; the second workshop was more dynamic and technical, and well – instead of handkerchiefs and kleenex we used glue sticks, colored paper and magazines or newspapers.”
Hammeken goes on to say, “…though this sounds like a comparison between one workshop and the other, it is not. It is to give an idea of how the workshops of the Primera Toma Film Club complement each other, [each] designed and thinking of the likes and needs that accompany writing. Perhaps it works better one way for some, and for others in another. We are all different and each grabs onto the way that serves him/her best; but to do this, the more forms we learn the better.”
As we enter 2013, Nina Mier of Primera Toma tells us to expect additional creative writing workshops along with a flurry of other cultural activities.
Inspirándonos para escribir
Por MoKa Hammeken
Para que no perdamos la costumbre de escribir, después de algunos meses del Taller de Escritura Creativa I con Carlos Sánchez, a principios de este mes tuvimos el segundo, ahora con el maestro Horacio Valencia, que nos sorprendió desde el inicio con técnicas muy diferentes a las del primero, al grado de que si por él hubiera sido, se hubiera saltado por completo la parte en que los asistentes se presentan “Si se conocen entre ustedes, al único que faltaban por conocer era a mi: Hola, soy Horacio Valencia” confirmó ante la risa nerviosa de todos. Y no lo hizo con mala intención, había llegado tarde y no quería que el tiempo se le fuese encima, además que sería muy difícil aprenderse los nombres en primera intención, solo muy pocos gozan de esa memoria privilegiada.
Si bien el primer taller fue tremendamente emocional y personal (en algunos momentos hasta parecía terapia grupal, al grado de que uno aparte de hoja y pluma requería de una caja de kleenex), aprendimos a soltar la pluma, a dejar fluir la escritura sin detenernos mucho en la estructura; éste fue más dinámico y más técnico, que bueno, en vez de pañuelos desechables usamos tijeras, prit, hojas de colores y revistas y/o periódicos.
En el taller con Carlos nos encontramos escribiendo casi todo en primera persona y basado en experiencias personales (como en un diario), y con Horacio pedía que nos aventuráramos más escribiendo en tercera persona (como en la mayoría de los cuentos) y ficciones, exigiéndole más y despertando a nuestra vena creativa.
Y los sorprendidos fuimos todos cuando escuchábamos los relatos de algunos de los compañeros (no había tiempo para leerlos todos, pero el talento estaba presente).
Carlos nos enseño que escribir puede ser liberador y un absoluto gusto, Horacio nos mostró que parte de su éxito es la disciplina, el intentar una y mil veces, luchar contra el pseudo bloqueo y la hoja en blanco.
Digo pseudo bloqueo, por que según Horacio, este no existe; lo que en realidad es el bloqueo es una mente poco entrenada (ya en casos de grandes literatos una mente sobre estimulada, pero ese tema tal vez, y espero, nos incumba en años venideros) y justamente para eso, durante los tres días y cuatro sesiones que duró el taller, hicimos ejercicios de inspiración para forzar a la sagrada inspiración a hacer presencia.
Aunque para serles sincera, al mero inicio de éste, el viernes, creo haberlo escuchado decir que “Para ayudar a inspirarse mágicamente, solo el vino” afirmación que lo convirtió en mi maestro favorito.
Esto, aunque suene a comparación entre uno y otro taller, no lo es. Es para que se den una idea de como los talleres que los del Cine club Primera Toma se van complementado unos con otros, diseñados y pensando en los gustos y necesidades de cuando se quiere escribir. Tal vez a unos les funcione más de una manera, tal vez a otros de otra pues todos somos diferentes y cada quien toma la veta que le sirva; pero para hacer eso, entre más formas se conozcan mucho mejor.
“Muchos nacen con talento, pero pocos con disciplina” dijo mientras destajábamos revistas y periódicos para formar nuestro “cadáver exquisito”, “la inspiración no es obra de musas, está ahí, dentro de ustedes, pero los tiene que encontrar trabajando las palabras para que vayan saliendo las adecuadas” continuó. Es por ello que el escritor debe leer más que nadie y debe de conocer tanto las palabras altisonantes y rebuscadas como las simples y divertirse con ellas, pues son su materia prima
Otra de las cosas que, a mi gusto, en la que fue muy atinado, es que no iba a haber aplausos, solo a grandes escritores laureados se les aplaude. No íbamos a basar nuestras opiniones y juicios en “me gusta” o “no me gusta” (viva Facebook) y así obligarnos a hacer una crítica más profunda para ver si funciona o no lo que escribimos, que nos falta y saber bien en que fallamos y así ir depurando el escribir.
Los tres días pasaron entre sesiones de forzada inspiración y los escritos resultantes de los ejercicios. Hasta que el domingo, después de la una de la tarde se dio por terminado el taller y Horacio salió disparado rumbo a Hermosillo y durante esa semana se les halló a todos preparándose mentalmente para la Feria del Libro.
No se preocupen que si hubo un pequeño brindis o convivió (como prometía el flyer que promocionaba el taller), pero fue el sábado en la noche.
Sin embargo, antes de que se fuera a Hermosillo, Horacio me dedicó unos minutos para una breve entrevista y así conocerlo mejor.
Para empezar es director general de ALTAZOR, una empresa de alta asesoría literaria y discursiva, donde recibe y revisa todo tipo de escritos. Estudió la licenciatura en Literaturas Hispánicas y es Maestro en Creación Literaria por la Escuela de Letras de Madrid, España. Imparte talleres de redacción y escritura a jóvenes y adultos, y también da clases en la Universidad de Sonora en la carrera de Letras Hispánicas y profesor en la preparatoria CDI AlFaEs. Entre otras tantas cualidades de su engrosado curriculum.
Entonces después de la presentación formal comencé con la pregunta ¿qué te hizo ser escritor? que derivó en una interesante plática.
“A estas alturas no considero que sea propiamente escritor, si no que estoy en vías de aprender a escribir, claro, conozco varios tipos de técnicas y trato de escribir frecuentemente. Por otro lado, sí me considero autor, como les explicaba hace un rato en el taller (autor es aquel que tiene escritos de su autoría) pero aún no llego a lo que sería mi grado como escritor, como sería Tolkien, Borges por ejemplo o Hemingway o Poe… Pero uno anda así, en la búsqueda, pero volviendo a la pregunta y alguna vez alguien más ya me había preguntado esto (no recuerdo bien quien); la verdad es que a veces es difícil definir bien “qué fue eso que te orilló a”, pero puedo decir que lo que me motivó a escribir es ese gusto que tenemos todos por que nos cuenten cuentos o historias, a través de imágenes, palabras, muñecos y demás, y a mí siempre me gustaron las historias extrañas, como por ejemplo los freak shows, la historias de magia o fantasmas de niño y luego también la música, en especial la de rock, me movía (me mueve) mucho, sobretodo por las letras; de los Doors pasé a leer poesía y luego también un poco de filosofía.
Entonces el interés surgió como una especie de reto, quizás de “¿y por qué yo no puedo hacer mis propias canciones o poemas?” -Ríe- “y a sí hasta terminar metido o más bien sumido en esto.. Terminar una Lic. en letras, una maestría en Creación Literaria y a dedicarme de lleno -vestirme, divertirme, sufrir y comer- a esto de las letras, que respiro por todos los poros.
Yo soy de Hermosillo, menos los dos años que viví en España mientras hacia la Maestría en la Antigua escuela de letras de Madrid (ahora se llama Función Lenguaje) he vivido felizmente en esta ciudad.
Lo que me llevo a estudiar allá, fue la terrible curiosidad por conocer España, más aparte que todo lo que yo quería en una maestría me lo ofrecía esa escuela, entonces ¡bum! La verdad que no lo pensé mucho.
Y fue muy estimulante por que en realidad esa idea romántica de lo que sería mi vida allá, de lo que yo me imaginaba de mi estancia y de la ciudad, fue muy diferente a lo que realmente fue.
Es como cuando tienes ganas de tener de mascota, en lo personal un camaleón o un geco; me gustan mucho y quiero uno pero nunca lo he tenido ( y al parecer no lo tendré). Entonces me dicen, en cuanto tengas uno ten mucho cuidado por que en realidad te van a morder la mano, y duele, pues son reptiles dentados, aparte de que requieren de cuidados y es peligroso tener uno… Pero luego tu ahí anda uno de necio de “¡ah! pero es que yo quiero uno” y ¡zaz! en cuanto lo tienes y el animalito se te prende al dedo, se te cae toda ilusión… Entonces una cosa es la idea que traes en la cabeza y lo otro es lo objetivo.
Así con la ciudad de Madrid. Yo estaba soñado que recorrería las calles ilusionado, en la bohemia,las fiestas, embriagado, todo ideal y resulta que no, que corres el riesgo de que te roben, a veces no ni cómo salir de fiesta por que eres “estudiambre” y andas con una beca algo justa, en fin. Entonces por otro lado también te quedas encerrado haciendo trabajos,todo desvelado; luego en la escuela no me trataban tan bien por que te enseñaban mucha disciplina a la hora de escribir, entonces no era nada más como un taller de sesiones de aplausos y apapachos (esos de “vas por buen camino hijo, tienes talento , ¡uy, que padre! Pero mira…) si no de regaños, de castigos y de entrar en materia (donde te dicen “no sirve” a la basura o a trabajarlo y punto) y entonces a escribir y escribir y escribir hasta que te salga y funcione. Y así es la creación de textos literarios, como les decía en el taller, la inspiración mágica no existe, esta se busca y hay que tener disciplina para escribir.”
Es por esa formación que en el taller también se fue dando así, buscando una crítica más objetiva, sin basarse en el simple “me gusta”, que según Horacio, ya en este punto no tiene mucho sentido, pues si lo que deseamos es verdaderamente escribir, hay que acostumbrarnos a las críticas constructivas y pero también ( y sobre todo) a las críticas destructivas y fuertes, que muchas personas hacen. Lo ideal sería no caer en ningún extremo, sino permanecer objetivos para no caer ni en la complacencia ni en la pedantería (algo que también requiere de mucha practica y estudio).
Es este desprecio por los elogios lo que llevó a Nina llamarle “ateo literario” dentro del taller.
“Yo soy un hombre descreído”- afirma cuando le hice mención de eso- “y no es que no crea en ti, en tu talento o como persona, si no que no confío en nadie – obvio si creo en algunas personas y en mi familia; en los libros, en las historias, desde luego (algunos) -, entonces partiendo de la base de que soy ateo (y me molesta que la gente diga “gracias a Dios”), eso también se transfiere al ámbito literario. La gente es muy dada a idealizar, como pasa con los escritores reconocidos, muchas personas tienden a casarse con un autor, y sí es una forma de guiarse en el mar de letras, pero nada es absoluto, tienen sus momentos también, y no por eso se va a dejar de lado a otros menos conocidos pero igualmente buenos. Por otro lado también están los que aplauden por cualquier cosa… y no que sea malo pero, entonces empiezas a pensar (bueno yo) que su opinión vale eso:“cualquier cosa”, o que tienen un criterio bastante laxo y permisivo. Incluso estando ahí en Madrid había grupos en los que se ponían a recitar sus poemas y algunos eran malísimos y aún así la gente les brindaban un aplauso, entonces ni volvía a ir la verdad.”
“Hay que ser críticos, muy críticos, pero siempre de manera respetuosa”- continúa Horacio sin dejar de ver a su socio que se hallaba acomodando las cosas en su auto – “como lo fuimos aquí en el taller y como lo he sido siempre; no se trata de humillar (que muchos si lo hacen, como a mí que me tocaron algunos maestros bastante crueles) hay que ser duro pero con respeto. Hay que ayudar a crecer y a encaminarse para una mejor escritura, pero así se aprende;… Como en el box, uno aprende a esquivar mejor los golpes cuando ya algunos se han recibido.
Hay que ir siempre con la crítica por delante, hacer mención de lo que no está funcionando en el texto para entonces corregirlo y mejorarlo, y que o que se quiere comunicar se capte y se entienda.
Como unos chicos aquí del taller, que la verdad lograron y me sorprendieron mucho en los mini cuentos y en la ficción del muñeco que traje… Para eso eran los juegos de al principio, para empezar a trabajar el domino de la palabra, pero hay que continuar trabajando la pluma, no hay que quedarse ahí.
Se levanta y le hace una seña a su socio que ya lo espera. Entonces supe que estamos a solo algunas lineas para que se acabe la entrevista, el tiempo se le viene encima y aún estaban decidiendo si irse por Sonoyta o por Caborca.
“No es para que se sientan mal pero para mi es muy difícil llamarle a alguien poeta o escritor, luego la gente se los impone muy a la ligera. La vara está muy alta, ahí esta toda la historia de la literatura donde hay narraciones geniales, también los hay actuales que son fabulosos. Hay que leer mucho para conocer y hay que escribir mucho (mucho) para conocerse a uno mismo.
Que lleguen conmigo y se presenten con esos títulos “ soy tal y soy poeta (o escritor) y escribo muy bien”, la verdad primero tendría que leerlo, y no una, si no dos o tres obras para ver si realmente funciona, si trabaja bien la palabra y se entiende lo que el libro desea dar a entender. Si lo hace es probable que le reconozca como un buen autor por que si lo de poeta o escritor va a estar difícil que se lo otorgue – ríe.
Cambia de mano sus cosas para despedirse y cruza la puerta de la Casa Juarez ya rumbo a Hermosillo.