A raíz de un post que hice en Facebook a cerca del evidente desapego humanitario que sufre la élite regente mexicana (si les interesa, lo pueden leer, es público), un amigo, comenta sin más “Marcha ahorita a las seis, sale de la gasolinera La Estrellita a el Municipio. Ahí nos vemos.”
No era solo una invitación, era una incitación; algunos ya están hartos de esos activistas de sillón. Sonreí, obvio tenía que ir.
Una marcha simbólica de algunos cientos de metros, ni siquiera era algo extremo como cruzar de punta a punta el pueblo, haciendo viacrucis por todas las gasolineras. Era gente inconforme reunida. Un grupo satisfactoriamente heterogéneo; jóvenes empujando bicicletas, chicos con perros, gente de traje, gente con sombrero, unos que parecía salieron del gimnasio (o usaron la caminata como cardio), familias completas. Fue algo muy civilizado, muy tranquilo. No tomaron las gasolineras y despacharon gasolina gratis, ni vandalizaron ni nada. Fue una marcha. Punto.
En el altavoz se oigan las rimas de siempre: El pueblo unido jamás será vencido, no al gasolinazo, Peña ladrón, no nos dejaremos unidos venceremos y etcétera.
Agradecían la presencia de los presentes (permítanme la redundancia) e incitaba al público a hacer actos de desobediencia civil (sin ceder a provocaciones o violencia),la consigna es hacerles ver nuestro descontento con el manejo de los recursos y del país, no dejar todo listo para la grabación de la nueva temporada de The Walking Dead.
Un señor me soltó una confidencia: «Ya a nadie nos gusta andar en bici. Un ratito está suave, va al parque, se la presta uno al chamaco, da vueltas y ¡ámonos! a la casa. Pero ya traerla pa´ todos lados ¡Nombre! ya cansa. Las rodillas… Y luego uno viejo, y que trabaja hasta casa de la… usté me entiende, ¿verdá? Llega uno empapado… Obvio, ya no la presta uno, porque es el transporte de uno, y luego hay que comprar otra… pal chamaco, pa que se vaya…No no no no, ta cabrón». Se mira las manos como buscando algo entre los dedos, y se fue, atrás del que estaba hablando en el micrófono.
Porque ya no basta con pedirle una bici a los Reyes Magos. Porque si sube (que ya subió) la gasolina, sube todo. El camión , los taxis, la comida… Todo lo que requiera de transportación. Hasta los tenis y cigarros. Todo se ve afectado. Y el futuro, el sagrado futuro de muchos (quisiera afirmar que de todos, aunque muchos no quisieran incluirse), se ve bastante apretado en gastos. Porque no es nada más “tantito en la gasolina”, es “tantito” en todo. Además de las demás obligaciones fiscales (impuestos, tenencia, predial, cambio de placas, etc). Y hay que abrigarse en la fe, por si uno enferma, que salga a base de puros rezos. El chochinito enflaca peligrosamente.
Una revista sacó (como cada enero, me supongo) consejos para la “salud financiera”, entre los que incluía, el “reducir o mantener el gasto de necesidades básicas al mínimo” (me gustaría saber cual es el mínimo que ellos, los de la revista, manejan), “no gastar en cosas que no necesitas”, “ahorrar” (sugieren que para que tenga efecto, este sea el diez por ciento del sueldo), “salir lo menos posible”, “pedir aventón a compañeros y amigos del trabajo” (porque esta idea revolucionaria no se le había ocurrido a nadie) y “destinar un presupuesto para improvisos”, de esta manera “minimizas el impacto que tendría en tu economía el aumento en hidrocarburos”.
Entonces, para mantenernos a flote, hay que trabajar más, o reducir nuestras recreaciones (cuales quiera que estas sean). Siempre y cuando tengas un sueldo que te permita cubrir tus necesidades básicas y que te dé de sobra para ahorrar. Con eso tendremos la ilusión de que nuestro nivel de vida no cambia.
“All work and no play makes Jack a dull boy. ” Proverbio inglés que ya sabemos que desencadenó en el hotel de “El resplandor” .
Solo era una marcha, en apoyo a todos los demás a lo largo y ancho del país.