Instituto Sonorense de Cultura
Boletín ISC No. 185/ 12 de agosto /
Colaboración Especial: Carlos Sánchez
Politóloga con veinte años de residencia en México; de origen alemán. Cineasta, documentalista. Christiane Burkhard visita Hermosillo para compartir su conocimiento.
Christiane desciende las escaleras de Casa de la Cultura de Sonora. En la sala de Cine Alejandro Parodi están sus alumnos, los cuales observan, analizan un documental sugerido por la maestra. Luego desde una banca en la plaza central de la Casa, conversa el contenido del módulo que le está tocando impartir.
–¿En qué consiste este módulo de dirección que usted imparte en el III Módulo del Diplomado Visiones en el Desierto?
–Estoy aquí para dar un seguimiento a los proyectos de los chavos, que están por desarrollar en este Diplomado, sus propias propuestas, en términos de dirección, de montaje, estructura, dramaturgia. Creo que este es un momento clave para hacer este paso del qué es lo que quiero contar al cómo lo voy a contar.
Hemos hablado mucho en el módulo acerca de este paso que hay que dar, de la observación de la realidad, tratándose de un diplomado de documental, de la contemplación de la realidad de las personas que se van a convertir en personajes, y entonces cómo a partir de las ideas que traen, se convierte en una película y tiene que tener una determinada forma, una determinada propuesta estética. Eso es lo que estamos trabajando. También les estoy enseñando materiales que les puedan inspirar y al mismo tiempo estamos trabajando sobre las propuestas que ellos tienen, y estoy asesorándolos.
–El documental se ha convertido en el medio en boga para denunciar, para decir, ¿a qué se debe que esto esté ocurriendo?
–Esa es una pregunta que nos hacemos, que observamos: el auge del documental en los festivales, hay cada vez más foros, está Ambulante, están los diplomados. Me ha tocado dar muchos talleres de documental últimamente en toda la República, y creo que tiene que ver, por un lado con cierta crisis de la ficción, de una narrativa ya muy preestablecida, donde el documental tiene una libertad de expresión y de narrativa mucho más grande porque va desde lo periodístico, de denuncia hasta cuestiones más experimentales, también a un cine íntimo, en primera persona, que también se está explorando mucho en el cine documental, las autobiografías, los diarios. Hay un espectro tan amplio en el documental, eso por un lado y creo que por otro lado vivimos una realidad tan abrumadora, compleja, complicada, que hacer documentales es también una manera para los chavos, y para uno mismo, una manera de traducirnos la vida a la vida, la realidad a nosotros mismos. Justo lo que propone el documental de creación es darle una lectura de autor, creativa, de denuncia, una lectura múltiple a la realidad que nos rodea.
–¿Cuál es la importancia de este tipo de diplomados, de repartir su conocimiento?
— Me parece importantísimo y celebro, felicito las iniciativas en este caso del Diplomado Visiones en el Desierto, me encanta el nombre porque realmente creo que es lo que se está fomentando; es una multiplicidad de visiones para que los propios chavos puedan desarrollar sobre su entorno, sobre el desierto y sobre los personajes que viven aquí y me da muchísimo gusto, veo a los chavos inquietos, los veo con curiosidad, con ganas de hacer cosas y en la medida de lo que nosotros podamos aportar, los cineastas a quienes nos han invitado, para darle forma a las inquietudes de los chavos, me parece genial.
–Veo que le llama la atención el título del diplomado, seguramente la palabra desierto le significa algo, o mucho, cuénteme cuál es su reacción cuando evoca o siente esta palabra, desierto.
–El desierto es un paisaje, una geografía que ha inspirado a todas las artes, la literatura, el cine, la pintura. A mí lo que me evoca es un estado sicológico, un estado interior, de desolación, justamente la ausencia de muchas cosas donde la propia aridez nos lleva a una cuestión mucho más del imaginario, por un lado; por el otro lado y muy en concreto en el norte de México es la frontera también, una cosa más específica del desierto, el horizonte abierto por un lado, pero que también tiene esas nociones e implicaciones de límite. Creo que el desierto sí es un imaginario múltiple para las historias, siempre y es un espacio justamente que despierta visiones realistas o imaginarias, alucinadas, incluso, que tienen que ver con esa particularidad del desierto, el calor, algo extremo donde nos remitimos a nuestra existencia de una manera muy radical.
–Mencionas la palabra desolación y me cimbra, ¿este sentimiento en algún momento se te convierte en un motor para trabajar, es como un disparo, una idea, ese sentir, en tu carrera?
–Creo que sí, la desolación, la interiorización para mí es un ingrediente y un punto de partida importante; el silencio para de ahí empezar a querer decir. Sí es importante, la ensoñación también, la reflexión hacia adentro. Y luego al mismo tiempo siendo documentalistas, el tener que salir de ahí, tener que buscar a partir de esos momentos de interiorización y desolación, al otro, el mundo, aquella cosa con la que sí quieres hacer contacto y resuena en ti, pero es un ir y venir creo que también es algo muy importante que hablamos con los chavos aquí, es el autor y la realidad que se quiere retratar, no estamos desligados, eso es algo muy contundente en el documental de hoy y lo estoy queriendo ligar porque creo que lo que ya hemos entendido es que no existe algo como una objetividad, una neutralidad, no es algo que además estuviéramos proponiendo o promoviendo, creo que aquí sí apelamos mucho a un autor o una autoría para hacer nuestras creaciones.