Del privilegio de vivir en la playa

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Solo basta decir :  ¡Vamos a la playa!  Ponerse el bañador, tomar una toalla y el bloqueador, y llegar a un Oxxo por un par de cervezas y unas botanitas, y en cinco minutos estar tirada en la arena, frente a la playa lista para dejarse mecer por el agradable sonido que ofrece el oleaje.

Eso si no tienes hijos, porque si tienes hijos tienes que ponerles su traje de baño, untarles el bloqueador, ponerles sus sandalias, poner un cambio extra de ropa, más toallas, buscar la palita  y los valdecitos para que jueguen en la arena, asegurar los flotis y llegar al Oxxo por juguitos  y botanitas y guardar las bolsas para depositar la basura y recitar las indicaciones todo el camino.

Esto  llevaría  solo unos 5 minutos más, es decir, de la ocurrencia  de ir a la playa, a estar ahí frente a su presencia solo bastan 10 minutos, y este detalle revuelto en la rutina de los que vivimos en la playa, se nos pierde.

El mar para algunos de los que vivimos en la costa se ha convertido en parte de nuestro panorama diario, de las  rutinas, de la vista de todos los días, pero es innegable que al instalarse frente a su majestuosidad, en cualquier momento del día, trastoca, apacigua y hace que por instantes nos olvidemos del “quehacer de la casa”.

Y es que ir a la playa para la gran mayoría   -los que viven lejos- es todo un proyecto, deben planear, organizar gastos y esperar la temporada vacacional o  un fin de semana largo  para  viajar por horas y aventurarse  a un lugar como en el que nosotros vivimos.

Curiosamente, y como parte de esa pérdida de  capacidad de asombro  -por la rutina- ,   es cuando viene familia o amigos de “fuera” los momentos  en los que nos acercamos a la playa y la disfrutamos con esa compañía.

Es entendible entonces que sientan algo parecido al recelo, cuando decimos  “vivo en Puerto Peñasco”, o sea,  nos imaginan tirados en la playa con un coco al lado tomando el sol los fines de semana, y lo importante del caso es que si podría ser así, escapemos los fines de semana y cuando sea posible a Playa Hermosa,  el Mirador,  La Cholla,  Playa Encanto, o la que sea, pero escapemos.  ¡No cuesta nada!  y después subamos la foto a Facebook para promover  nuestro puerto y el recelo…

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