Por Sergio García
NOGALES, Son.- “Los asesinos me obsesionan porque los miré desde muy morrito, en el barrio, porque las historias de asesinatos desde muy chavo, no sólo a mí, a todos, nos sorprendieron”.
Matar es una serie de entrevistas con asesinos que se encuentran en las cárceles sonorenses y que Carlos ha entrevistado tratando de hurgar en sus mentes y que ha dado con la creación de este libro.
Oriundo del barrio de Las Pilas, barrio bravo donde hasta la fecha sus pandilleros, cholos o malandros, dependiendo de la época, no ha sido domesticado al 100% por los programas sociales a pesar de estar en zona muy céntrica de Hermosillo.
Y es que el Cerro de la Campana tiene dos caras. La cara de novia recién bañada que le han dado las autoridades y la evolución propia que le da estar dentro del primer cuadro de Hermosillo, a 500 metros del Palacio de Gobierno.
Pero el Cerro de la Campana también tiene esa otra cara, de niño enojado por la pobreza, por el pandillerismo, o de adolescente con la bolsa de resistol 5000 en la nariz, de thinner, o con un gallo de mariguana que se fumaban debajo del arbolón que describe en su libro Linderos Alucinados.
Pasar por Las Pilas, antes y ahora, es algo que se debe hacer “de rapidito”, en camión o en auto, ya que todavía es el barrio bravo que las autoridades miran de reojo al pasar por la carretera del Vado del Río rumbo a los lujos de sus oficinas y casas.
De este barrio es Carlos Sánchez, barrio contradictorio, rodeado de riqueza y pobreza, y es ahí donde surge este libro, Matar, que hoy presentará a los nogalenses.
Matar es el oficio ante el cual la ciudad de Nogales adquirió indolencia, indiferencia, que es peor que el miedo. Los casi 300 muertos del 2010 y los que se siguen acumulando hacen que el tema interese, ya que se trata más allá de la nota roja, burda y cruel.
Soy reportero y escritor, para ser periodista se requiere dominar una diversidad de temas que a mí se me escapan o no se me dan, o no me interesan.
¿Cómo se origina la idea de crear este libro?
Matar nace por la necesidad de indagar qué pasa por la mente de un asesino. Nace también por mi camaradería con los criminales, los delincuentes, con los que he convivido desde siempre.
¿Por qué crónica y no entrevistas?
Son entrevistas, sólo que le apuesto a narrarlas, cronicarlas, retratar, describir el contexto, ir más allá de la entrevista convencional. En realidad el género me importa poco, lo que siempre he deseado es comunicar, y hacerlo de una manera en que el lector se identifique con la propuesta estilística, o bien, que al ir leyendo sienta, viva, observe, huela, que se transporte al lugar de los hechos.
¿Cuál es la idea de entrevistar a asesinos? ¿Hay una identificación tuya con la muerte?
La muerte es un tema de todos, porque a final de cuentas hacia allá vamos. Los asesinos me obsesionan porque los miré desde muy morrito, en el barrio, porque las historias de asesinatos desde muy chavo, no sólo a mí, a todos, nos sorprendieron, porque simplemente quitar la vida siempre será una acción que nos trastocará los sentidos, creo que no podríamos ser indiferente, que no nos afecten estos acontecimientos de moda en este país, aunque en mi barrio, Las pilas, desde siempre han existido, por eso mi obsesión de saber los motivos que llevan a una persona a matar. Y pretendo también en convertirme en un puente ente el asesino y el lector.
¿Influye en este libro que hayas nacido en un barrio bravo como Las Pilas?
Es el punto de partida, porque como digo, es allí donde se funda la violencia, los asesinatos, incluso ante mis ojos.
¿Cuál es la anécdota que más te impresiona, el entrevistado que más te impactó?
Debo admitir que todas, cada una me generó un dolor que aún me punza en los sentidos, cada una de las voces reunidas en Matar me hicieron compadecerme tanto de las víctimas como de los asesinos.
¿Qué editorial?
Matar es publicado por Instituto Sonorense de Cultura, porque ganó el Concurso del Libro Sonorense en 2010.
¿Es verdad que el libro permite al reportero saciar la sed de trascender?
El libro nos permite como autores publicar lo que los medios no publican, y sí, bueno, uno va y viene con los libros bajo el brazo, con ganas de repartirlos para obviamente ser leído, y seguramente cuando alguien lo lee y algo comenta al respecto supongo que es ahí esa acción de trascendencia. Pero la neta yo escribo y publico por una necesidad de tocar la identidad, saber lo que soy a través de la palabra, la gramática, la literatura. Esa es la trascendencia.