De perros y gatos…

Tabata tales, el Update.

 

Ya vamos  para cuatro semanas de que Tábata se encontró con los pequeños.

(Tabata Tales parte 1)

Creciendo, ahora con los ojos abiertos, haciéndose más y más confiados.IMG_20150909_150953-630x630 De perros y gatos...

Les presento a  Simone, Violet, Cecyl, Ágata (Biyou) y a la orgullosa Tábata. Los extravagantes  nombres surgieron en una de las noches de duerme vela y a ninguno parece incomodarle; bueno, solo a Tábata cuando regaño a Ágata cuando se le trepa al lomo o le avienta un zarpazo, hablarles parece trabalenguas y es entonces cuando le digo Biyou.

Tábata es un mar de paciencia, una excelente mamá adoptiva y la verdad no creo que ninguno la hubiera logrado sin su ayuda. Ella sabe lo que necesitan. Me avisa cuando el maullido es de “que algo urgente pasa”, tienen hambre o cuando nada más están pisándose y molestándose unos a otros.

Por ejemplo, cuando algo pasa, sale corriendo al corral improvisado, y ansiosa empuja con la nariz la colcha o la pared, cuando es de hambre, se sube en el taburete que está junto donde me siento para sacarlos y se sienta. Si es que están molestándose… bueno, suspira y simplemente los ignora.

Es un dulce, muy dedicada y también acaba cansada. Cuando los saco, que se despiertan y es hora de comer, los huele (yo creo que los cuenta),  los lame cuando maúllan muy lastimeramente, si no la molestan mucho se echa con ellos, los estimula y saca los gases. Cuando los limpio uno a uno, se queda muy atenta.

En cuanto a los mininos, esta semana han ido sacando su personalidad.

Simone. Inquieta, curiosa e investigadora, la que primero se levanta y la última que se duerme. Siempre encuentra el punto débil del corral improvisado y cuando menos uno se lo espera, ya va rumbo a la cocina o anda por el librero.
Ágata. De carácter fuerte, cuando algo no le gusta, no le gusta y punto. Cuando quiere algo lo quiere ya. Es muy tranquila y le encanta que le hagan cariños. Una vez que está atendida, se busca el lugar más cómodo (estratégico)  y desde ahí mira a todos. Es la más grande
Violett. Es emo, su maullido es el más fuerte y es un dulce que se te derrite en la mano. Es un poco sentida, cuando con sus uñitas “amasa” mis pies, entonces la quito (duele), se va a la esquina y maúlla, súper dramática. Es la más pequeña, pero también  tragona.
Cecyl. El león. Se ubica justo en el centro y maúlla como si rugiera. Una ternura de niño pero es tenaz, fue el primero en escalar con sus garritas por dentro del pantalón (y les enseñó a las demás). Es el último en despertarse, primero en dormirse.

A los cuatro les gusta la música instrumental (un wild guess, pero parece que están más relajados  con el soundtrack de la Princesa Mononoke)

Los llamo por su nombre y pongo la mano para recogerlos y así darles de comer, y créanlo o no, hacen caso; vienen, se acomodan y luego lanzan zarpazos a la mamila.

 

Entonces…  mientras le doy uno  a uno mamila, Ágata ya se trepo de las barbas a Tabata y la trae en el lomo o en la cara como si fuera vaquero, Violet  sube por una pared del improvisado corral (la tapa de un otomano), Simone ya encontró una pequeña falla en la seguridad del área designada, y anda deambulado con sus ojos enormes viéndolo todo, por la cocina o debajo del librero. Cecyl maulla o porque no lo dejan dormir o porque no ha comido, mientras que la dramática de Violett esta maullando fortísimo y amargamente, sentada en una esquina, arriba del otomano, porque la corrí de mi pie porque le encaja las uñas…

Así hasta que, Tabata esté fuera de peligro (no por mucho), Ágata le llame la atención otra cosa, Simone esté de nuevo en el área designada o punto de reunión, Cecyl desista por el sueño (que luego lo tengo que llamar porque se mete al cubil sin la segunda ronda de leche), y Violet se sienta querida de nuevo.

Ya no duermen tanto. Ahora salen empiezan a jugar y de vez en vez se sientan a verme desde la entrada del cubil. Cuatro pares de ojos muy atentos.  Hasta que les da hambre y entonces se pone la casa gatunamente ruidosa de nuevo.

Supongo andan medios incómodos porque ya les están saliendo los dientes, entonces pronto podrán comer todos juntos, sin necesidad de esperarme a que termine uno por uno y eso es bueno. Solo tengo que recordarme que debo tener paciencia.

Eso sí, al parecer les ofende muchísimo que estornude, pero venga, qué le vamos a hacer.

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